martes, 21 de diciembre de 2010

HOY: H.I.J.O.S. transmite las sentencias a genocidas! ademas...FESTIVAL POR SENTENCIAS A GENOCIDAS

FESTIVAL POR SENTENCIAS A GENOCIDAS

El martes 21/12 se conocerán las sentencias para 17 genocidas del circuito represvio ABO: Club Atlético, Banco y Olimpo. Se los juzgó por los delitos de lesa humanidad cometidos contra 184 víctimas.
Desde las 17:30 horas estaremos en la calle, en el Festival por el Juicio y Castigo. A las 19:00 transmitiremos la audiencia, para ver las condenas todos juntos. Después habrá recital de Fidel Nadal, Dancing Mood, Actitud María Marta y La Chilinga.

Te esperamos en Av. Comodoro Py al 200, en Retiro. Si no podés venir, mirá las sentencias a través de www.hijos-capital.org.ar

A LOS GENOCIDAS LOS JUZGA UN TRIBUNAL Y LOS CONDENAMOS TODOS!
30.000 COMPAÑEROS DETENIDOS-DESAPARECIDOS, ¡PRESENTES!
APARICIÓN CON VIDA YA DE JULIO LÓPEZ Y LUCIANO ARRUGA

martes, 19 de mayo de 2009

La presidente del Tribunal Oral Federal Número Uno de San Martín agravia las víctimas y testigos de la causa Avellaneda y obstaculiza la prueba de los delitos que configuraron el Genocidio argentino



Desde el 27 de abril de 2009, treinta y tres años y doce días después de producido el secuestro del Negrito Avellaneda y su mamá Iris, se lleva adelante el Juicio Oral contra los Genocidas Generales Rivero y Verplaetsen y otros complices del hecho.

El Tribunal Oral Federal que preside la Dra. Larrandart no ha dejado de agraviar a las víctimas sobrevivientes y testigos del caso, haciendo caso omiso de los compromisos internacionales del Estado argentino de proteger las víctimas y testigos del Genocidio de todo agravio físico u oral que –al reproducir la lógica justificatoria del Terrorismo de Estado- los vuelva a victimizar invirtiendo el sentido reparatorio de estos juicios, cuestión que no solo atañe a la sentencia, sino a todo su procedimiento y publicidad efectiva.

Puntualmente, y sólo para dar dos ejemplos, la Dra. Larrandart permitió que una de las abogadas de la defensa le preguntara a Iris Avellaneda la frecuencia horaria con que le era aplicada la picana eléctrica, pregunta que no tiene sentido jurídico alguno dado que el dato es irrelevante puesto que la pena por torturas no se gradúa por frecuencia horaria ni por ninguna otra variante, constituyendo la pregunta, de por sí, un agravio a la víctima y un intento evidente de mortificarla psicologicamente con el recuerdo del horror vivido

Pero la actuación de la Dra. Larrandart fue aún más grave ante la protesta de la tía del Negrito, la compañera Arsinoe Avellaneda, quien se hizo cargo de la hermana del Negrito cuando éste fue asesinado, su mamá encarcelada y su papá perseguido por la dictadura y que fue quien emprendió la búsqueda de Iris y del Negrito desde el momento mismo en que el Grupo de Tareas se retiró del hogar de los Avellaneda.

Luego de relatar minuciosamente todas las gestiones realizadas y cómo fueron encontrando cada pista que permitió reconstruir la verdad del operativo clandestino realizado bajo el mando operacional de los Generales nombrados, harta de ser repreguntada una y otra vez por la abogada defensora sobre el aspecto del genocida Aneto (que Arsinoe reconoció en rueda judicial en 1984 según consta en el expediente que la Dra. Larrandart debería conocer) la compañera se dirigió a la presidenta del Tribunal para recordarle que con 81 años de edad y tras treinta años de lucha por la Justicia se merecía otro trato que el manoseo al que estaba siendo sometida, fue la propia Dra. Larrandart la encargada de amonestar a la testigo, reprocharle que “sin pruebas no habriá castigo” y exigirle bajo amenaza que vuelva a describir al genocida en un acto de revictimización de la testigo que borra con el codo todo lo escrito y acordado por el Estado argentino en los últimos años sobre el modo de tratar a las víctimas y testigos del Genocidio.

Para más, informada en la audiencia siguiente por el abogado de la querella de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, que la misma Arsinoe había sido interpelada y hostilizada por la misma abogada defensora al finalizar su testimonio, la Dra. Larrandart se limitó a un escueto llamado a las partes a no realizar comentarios sobre la causa.

Congruente con este accionar violatorio de las garantías procesales para las víctimas del Terrorismo de Estado, la Dra. Larrandart no ha dejado de obstaculizar la labor de las querellas y la propía Fiscalía cada vez que éstas intentaron desplegar la estrategia jurídica explicitada al momento de pedir la elevación a Juicio de la causa, esto es, comprender el asesinato del Negrito Floreal y el secuestro de su mamá Iris, dentro de un contexto histórico que desde la Causa 13 (Juicio a la Junta de Comandantes) para acá, nadie se había atrevido a cuestionar: Plan de Exterminio, Terrorismo de Estado, Imposición de un modelo neoliberal del sistema capitalista, Exterminio de un Grupo nacional para reorganizar radicalmente el país a favor de los grupos de Poder, etc.

Limitar las preguntas de los querellantes al caso exclusivo de la investigación del Negrito Avellaneda y su mamá, sin permitir demostrar que la comisaría de Villa Martelli fue un centro clandestino de detención y tortura, diluye la prueba de la existencia del genocidio que perpetró la dictadura y coarta el derecho de la familia y demás querellantes a una investigación plena, que abarca no sólo lo padecido por la familia sino por todos los que pasaron por identica situación

La obstinación de la presidenta del Tribunal en tratar el caso como una cuestión individual viola la verdad histórica, contradice todo lo acumulado en estos Juicios y se convierte en el principal obstaculo que encontramos en nuestra búsqueda de Justicia que no es de hoy ni de ayer sino desde el momento mismo, abril de 1976, en que el Dr. Julio Viaggio, presidente honorario de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, presentó el primer Habeas Corpus y comenzó a acumular elementos de prueba para un Juicio que no permitiremos que se transforme en un remedo de Justicia.

Si es necesario continuaremos nuestro reclamo ante todas las instancias nacionales e internacionales hasta conseguir Justicia para el Negrito Avellaneda, comenzando por poner en conocimiento del Consejo de la Magistratura los hechos que aquí señalamos suscintamente y que nos agravian profundamente



LIGA ARGENTINA POR LOS DERECHOS DEL HOMBRE

Corrientes 1785 T.E./Fax 54 11 43713939

www.liga.org.ar
AUDIENCIA DEL 15/05/09
En el día de hoy debían declarar nueve testigos, pero dos de ellos están fallecidos y uno padece de arteriosclerosis, por lo que fue eximido. El testigo Juan Carlos Miguel, policía bonaerense retirado, de 69 años, solicitó ser el primero en declarar por razones de salud.
DECLARACIÓN DE JUAN CARLOS MIGUEL
Interroga la Fiscalía:
Cumplió funciones como “personal disponible” en marzo de 1976 (cabo de guardia, ayudante, patrullaje), en la Cría. de Villa Martelli. Las fuerzas militares iban a la Cría. y hablaban con los oficiales de mayor rango, en el casino de oficiales del 1er. Piso, al que el personal subalterno no tenía acceso. “No recordó” cuántos hombres eran los militares, ni quién estaba a cargo de los mismos. El personal militar “permanecía en la Cría.” y sólo tenía contacto con él cuando salían a patrullar. En esos patrullajes participaba junto al personal militar, el que iba uniformado y en camionetas. No sabe a qué Cuerpo o dependencia pertenecía. “No recordó” el nombre del comisario ni si alguna vez el personal policial participó de algún operativo con los militares.
En la Cría. había teléfono y un televisor (en el casino de oficiales) y no tenían equipo de música.
Aneto era oficial de servicio y su apodo era “El Pelado”. La Fiscalía le preguntó si recordaba si en esos patrullajes hubieran detenido a alguien, a lo que respondió “No, en ningún momento vi que se llevaran a nadie”.
Interrogan las Querellas:
Describió la Cría., nombrando los casinos (de oficiales y suboficiales) en el primer piso, con baños con bachas, y nunca tuvieron pisos de madera. Estuvo en Cría. de Villa Martelli más de veinticinco años, “ignora” a qué iba el personal militar a la dependencia y nunca participó en ningún operativo conjunto. Se le preguntó si esos operativos eran antisubversivos, y respondió que el personal policial sólo “hacía control”. No había un operador fijo para el radio, lo atendía cualquiera. Reiteró que “después de ‘la toma’ (los militares), ya permanecían en la Cría.”
Cada detenido estaba en su calabozo, y “si había más (detenidos que calabozos), dormían como podían”. Eran habituales los incidentes por peleas entre los presos, y desconoce si en 1975 estuviera detenida Cristina Arévalo. El horario de visitas era de 13 a 16 hs., y no vio que hayan concurrido familiares de los mismos a medianoche, con comida. No vio nunca que se hubiera sacado a un preso de su calabozo para trasladarlo a otro lugar de la dependencia.
Había dos camas superpuestas, en el dormitorio. No sabe a qué hora se retiraba Aneto, “porque el oficial siempre permanece un poco más”.
Interroga la defensa:
Había teléfonos (pregunta ya respondida), a los contraventores se los alojaba en un patio, y las camas antes nombradas eran de hierro. No recordó si Aneto hacía los expedientes judiciales, y pocas veces iban jueces a la Cría. La defensora Berasain le preguntó si en algún momento había escuchado que se torturara a alguien. “En ningún momento”, respondió al mismo tiempo que el Fiscal De Luca protestara por ser esta una pregunta autoincriminatoria. Berasain insistió: “¿Vio entrar personas encapuchadas?” “En ningún momento”, reiteró el testigo. La presidente ignoró la oposición de la Fiscalía a ambas preguntas. Los vehículos de la Cría. eran Ford Falcon y VW 1500 y los pisos eran de cerámica. La defensora le preguntó si conocía la Cría. de Munro, a lo que asintió. Tenía dos plantas, garage, pero nunca subió al primer piso.
Interrogado nuevamente por la Fiscalía y las Querellas, dijo que accedía al casino de oficiales cuando éstos no estaban, y habían quedado a disposición de los militares sin ninguna comunicación específica de sus superiores. El ejército podía sacar a la calle al oficial de servicio siempre que quedara otro oficial superior en su lugar y no tiene conocimiento de que en el libro de guardia asentaran las novedades militares. En los controles de vehículos buscaban armas.
No recordó si en la noche del 15/04/76 hubiera un contraventor detenido.
DECLARACIÓN DE ALBERTO JORGE GUZMÁN
Ex policía, transportista, de 65 años.
Interroga la Fiscalía:
No está seguro si en abril de 1976 se desempeñaba en Cría. o en Infantería, ya que estuvo poco tiempo en la fuerza (un año, más o menos). Estuvo destinado a la Cría. de Villa Martelli, y al ser preguntado por la función que desempeñaba allí manifestó que “me manejaba con el comisario, porque no tenía experiencia (…), haciendo limpieza y cebando mate, no salía a la calle”. “No recuerda” si en el momento del golpe militar cumplía funciones en la Cría., tampoco si se hizo presente personal militar; “no recuerdo ni a mis compañeros”, recalcó. Aneto era un oficial, y cree que sus funciones eran determinadas por el comisario Omar Ferreño, como en su caso personal.
Interrogan las Querellas:
La Cría. no tenía casinos, sólo había una cocina en el fondo; no había planta alta ni escalera, y sí una terraza. Había radio motorola. Era posible que los detenidos “comunes” tuvieran radio comercial, y preguntado cuáles eran los detenidos “no comunes”, dijo que no había. No había camas, no se descansaba, “eran “épocas duras”, porque con el cambio de gobierno “algunas personas quedaban acuarteladas”.
Cree que recién estuvo en la Cría. en 1977, y no aseguró haber visto a ningún militar. Hacía limpieza en casi todas las oficinas; “¿Pasillos, escaleras?” – “Planta baja, sí”. Respondió. Esta respuesta motivó que se le exhibiera su declaración anterior, y que interviniera la presidente del Tribunal, actualizando su declaración de 1984, en la que había dicho que había un televisor y un teléfono en el casino de oficiales, que había conocido a Ventone (militar), que el trato era con los oficiales superiores. El testigo respondió: “No, no, no conocía ni los uniformes”.
La Fiscalía hizo notar otra contradicción: “Ud. dijo que los militares eran de Campo de Mayo y que eran de Infantería”, a lo que respondió “No, no declaré nada, es mi firma, pero jamás concurrí a un juzgado.” Volvió a negar y la Fiscalía marcó otra contradicción: en 1984 había declarado que al comisario Ferreño no le gustaba la actividad de los militares, a lo que el testigo respondió diciendo que el comisario era una excelente persona, pero no recordaba haber declarado eso.
La Fiscalía le preguntó entonces si había sido amenazado, o impelido a responder de alguna manera, a lo que respondió negativamente, y reiteró que “no recuerda”. La presidente del Tribunal le preguntó si lo que se leyó de su declaración anterior tampoco era recordado; “No, jamás estuve en San Martín y menos en ese año (1984). En los últimos treinta y tres años, esta es la primera vez que piso un juzgado.” Las Querellas solicitaron una investigación en relación con la posibilidad de falso testimonio, dado que el testigo estaba siendo claramente reticente. La Fiscalía, a su vez, pidió la detención del testigo por la misma causa.
Estuvo en la Cría. De Villa Martelli dos o tres meses y luego se lo envió a hacer el curso de Infantería, donde estuvo menos de un año. No usaba uniforme (trabajaba de civil), el horario de visitas era estricto (al mediodía y a la tarde), nunca hubo hostilidades en los calabozos, y no tenía contacto con el comisario, incurriendo en clara contradicción.
En ese tramo, el juez Cisneros comenzó a interrogarlo acerca de su vida personal anterior a haber ingresado a la policía, y posterior a su retiro. Contestó con toda precisión y claridad, y hasta recordó la numeración de la calle Roca, donde trabajaba como metalúrgico antes de 1076. La presidente Larrandart no hizo ninguna objeción; sí las hizo a la Fiscalía y a las Querellas cuando consideró que las preguntas “no se referían al caso juzgado”. Terminado su interrogatorio, Cisneros dijo que por lo visto no tenía problemas de memoria, y le pidió que fuera más preciso. La Fiscalía precisó que había declarado que había una terraza pero no escalera; que dijera cómo hacían para hacer guardia en la terraza. Contestó: “Creo que se subía por una escalera”. “¿Qué clase de escalera?” – “De las comunes”.- “¿De pintor?” - “Sí, sí, de las comunes”. Fue su respuesta. No reconoce el uniforme del ejército, pero hizo el servicio militar en ese arma. Los uniformes habían cambiado, él tenía oficio y no usaba uniforme, y recordaba que antes del cambio se usaban bombachas y después usaban saco.
La Querella por las Org. De DDHH adhirió al pedido de detención por falso testimonio.
Interroga la defensa:
“¿Toma medicación?” - “Sí, tomo Atenolol y aspirinetas, me trato con un cardiólogo, tuve infarto”, respondió. “¿Toma calmantes? ¿Va al psiquiatra o al psicólogo? ¿Tiene problemas de memoria?” Fueron las preguntas absolutamente indicativas de Berasain, que no recibió llamado de atención alguno de la presidente del Tribunal. Desde luego, el testigo dijo haber tenido problemas de memoria.
Los oficiales no dormían y no había camas en la dependencia. Luego se rectificó diciendo que el comisario y el subcomisario sí tenían camas, y que eran de madera. Preguntado si en la noche del 15/04/76 había escuchado gritos, la presidente del Tribunal, Lucila Larrandart respondió por el testigo: “No recuerda nada”. Al ser preguntado sobre el material de los pisos, dijo “Normal, de mosaico, creo.”
La presidente dio por terminado el interrogatorio y autorizó al testigo a retirarse; la Fiscalía y las Querellas le recordaron la solicitud de detención del testigo por falso testimonio (que la Sra. Larrandart había “olvidado”), a lo que la jueza respondió ordenando un cuarto intermedio para fijar su posición. Al reanudar la audiencia, la presidente dijo “no tener pruebas de flagrancia” y desestimó la detención del testigo, lo que produjo el estupor indignado de los presentes y la otra parte.
DECLARACIÓN DE ERNESTO MARCELINO LUPIZ
Jubilado de la Policía Bonaerense, 62 años.
Interroga la Fiscalía:

Estuvo destinado en la Cría. de Villa Martelli en la fecha de los hechos, y también el 24/03/76. Era oficial de servicio, cumplía de 19,30 a 12 hs. y no salía a la calle. No estuvo presente el 24 de marzo, por haber estado de vacaciones. Los militares cumplían servicio nocturno, no tenían asiento en la dependencia, permanecían en los vehículos y sólo creía haber visto a un militar en una ocasión, pero jamás había hablado con él. No tuvo conocimiento acerca de operativos conjuntos y los militares no les informaban sobre lo que pasaba en los operativos de esa fuerza.

Los móviles que usaba la policía eran una camioneta Estanciera vieja y camionetas Dodge, todas identificadas. El ejército se movilizaba en camionetas “guerrilleras” (entoldadas, con asientos atrás).
Conoce a Alberto Aneto, que se desempeñaba como oficial inspector y jefe de turno.

“¿Qué significa ‘área libre’”? A esta pregunta respondió que cuando el jefe de dependencia o de turno, por cualquier circunstancia tenía que movilizarse a otra circunscripción, tenía que pedir autorización a la unidad regional, y ésta a su vez, a Campo de Mayo.
Describió el edificio de la Cría. tal como era en 1976, nombrando la escalera y el primer piso, donde estaban los casinos con sus baños y cocinas.
Había dos teléfonos: uno en la guardia y otro en el despacho del jefe, en planta baja, y que la única ducha de la dependencia era del comisario”.
El comisario o el oficial de servicio recibían órdenes de un asiento militar en la calle Gaspar Campos; este régimen se implementó luego del 24/03/76. No hubo aviso oficial y el comisario le comunicó la novedad de palabra: “había un interventor”. No sabe a qué dependencia pertenecían los militares ni si Aneto tenía apodo.

Interrogan las Querellas:
Los militares no tenían lugar asignado, y sólo bajaban de los móviles a preguntar algo o dar directivas. El personal policial tenía “libertad de movimiento”, “desconoce” si hubo operativos conjuntos; “nunca tuve conocimiento de pedido de área libre”. Preguntado en qué consistía la intervención militar, respondió: “no me quedó claro, porque me dijo el comisario que había un interventor y lo vi una sola vez”.

Los presos tenían radios comunes, las armas que había en la Cría. eran las reglamentarias, ametralladoras y escopetas Itaka; “le parece” que el personal que vestía de civil era “la gente de calle”, los únicos autorizados. Al pedírsele que diera ejemplos de las “novedades” que pedían los militares, dijo que “interpretaba que si teníamos información con respecto a los subversivos”; el comisario nunca les había transmitido las tareas que traía de Gaspar Campos.

“¿Recuerda qué hizo Aneto en la noche del 15/04/76?” – “Sí. Se abocó a a instruir un sumario por infracción a la ley de juegos prohibidos”. “Pudo haber sido el infractor a la ley de juego el detenido que se sacó del calabozo”, nunca vio visitas a la medianoche, él no las autorizaba. Nunca había habido incidentes ni peleas entre los detenidos.

Dijo haber intervenido en un procedimiento contra la guerrilla, a dos cuadras de la Cría., contradiciéndose de su declaración de pocos minutos antes. “No recordó” si alguna vez había salido por infracción a la ley antisubversiva. Sí recordó haber inspeccionado los calabozos la noche del 15/04/76. Los militares iban a la Cría. dos o tres veces al día, y eran de Campo de Mayo.

En el casino de oficiales “había dos camas de madera con elástico de madera”, lo que llamó la atención del Fiscal: “No le pregunté eso, ¿por qué lo aclara?” No contestó. Al serle exhibida una lista del personal actuante, dijo que estaba completa, en contradicción con su declaración de 1984, ocasión en que la consideró incompleta; advertido, se retractó diciendo que estaba incompleta, “faltan oficiales”.
Los militares que iban a la Cría. eran oficiales, tenientes o subtenientes, con uniforme de fajina.

Interroga la defensa:
Los pisos estaban revestidos con una capa de goma. Exhibido el libro de guardia, reconocidos sello y firma, dijo que Aneto entraba a trabajar a las 19.30 hs., hasta las 11,30 del día siguiente. El oficial de guardia podía autorizar el acceso de visitas con comida fuera de horario. Aneto era “el 2do.” del comisario, sólo podía salir ante un hecho grave, y con personal de la dependencia. La Fiscalía objetó las dos próximas preguntas por autoincriminatorias: si tenía conocimiento de que en la Cría. se torturaba y si en la misma habían ingresado detenidos encapuchados. La presidente del Tribunal ignoró las oposiciones. Obviamente, el testigo respondió negativamente a ambas.

La Fiscalía le preguntó cómo recordaba que el comisario se había retirado el 15/04/76 a las 24 hs., a lo que el testigo respondió que “me acuerdo de este hecho puntual porque fue un hecho muy importante” – “¿Y el 26 de junio?” – “No sé” – “¿Por qué es un hecho puntual, cuál es el hecho puntual?” - “No, no pasó nada, absolutamente nada. Tenía que retirarse, otra cosa es que me acuerde por qué” – “¿Cuál fue el hecho importante que usted nombró?” – “Lo que recuerdo es que vino el contraventor.” – “¿Recuerda si el 27/06/76 estuvo un contraventor?” – “No, no” – “¿Puede recordar algún otro?” – “No.” – “¿Sólo el que fue el 15/04/76?” No respondió.
Se había hecho el informe ambiental del contraventor y lo había hecho Leiva. Pero no recordó cuándo había sido semana santa.
La Querella por la familia Avellaneda preguntó entonces: “¿Ha tenido alguna entrevista o consultado alguna información para venir a declarar?” – “No”. Respondió el testigo, tras lo cual se ordenó un cuarto intermedio y se dio por finalizada la declaración de Lupiz.

DECLARACION DE ROBERTO MARIO OSCAR ECHAVE

Interroga la Fiscalía:
Prestó servicio en la Cría. de Villa Martelli desde 1976, en funciones administrativas, y por eso no salía de la dependencia. “No recuerda” cuántas horas debía prestar servicio, ni el nombre del comisario, ni del subcomisario. Recordó que Aneto era su superior, “tal vez oficial inspector”, pero no sus funciones específicas.

La Cría. tenía planta baja y primer piso. Se accedía al primer piso por una escalera recta. No recordó si había compartimiento para oficiales y suboficiales, ni si había camas. “Cree” que había dos teléfonos, uno en la guardia y otro en el despacho del comisario. Había radio, pero no recordó quién la atendía. Tampoco recordó haber hecho o tener conocimiento de que se hicieran operaciones conjuntas con personal militar. “Desconoce” que la comisaría estuviera subordinada o dependiera de los militares.

Interrogan las Querellas:
Prestó servicio hasta el año 1978 o 79 en Villa Martelli, había armas largas (ametralladoras) y reglamentarias, y “desconoce” qué significa “pedir área”. No participó nunca en algún operativo de control, “pudo” haber cumplido horario nocturno. No recuerda días ni horarios de visita, pero supone que eran de día. No vio ingresar visitas durante la noche ni sacar a un detenido por infracción del calabozo.

Interroga la defensa:
“Pudo” haber estado en la oficina de expedientes, en tareas administrativas, y no visitaba ni revisaba los calabozos. “No recordó” dónde se alojaban los contraventores, ni si había teléfono en el primer piso, ni el material de los pisos. La Cría. no tenía garage, y no conocía la Cría. de Munro.

La Fiscalía y las Querellas solicitaron que se le exhibiera su declaración anterior (1984), en la que dijo “que se trabajaba en forma operacional con Gaspar Campos, que era donde había que pedir área” y se refería a la intervención militar; dijo no recordar. Las Querellas señalaron otra contradicción que tenía que ver con una lista del personal, pero la presidente Larrandart no hizo lugar y acotó: “No recuerda”.
Se desempeñó en Castelar luego de Villa Martelli, hasta el año 1984, y pasó luego a la Brigada de Seguridad Islas, hasta ser ascendido a subcomisario.
El Dr, Zamorano le preguntó cómo siendo oficial de carrera, podía tener ese grado de total desconocimiento de la función policial. No respondió.

DECLARACIÓN DE PÁNFILO LEIVA

Retirado bonaerense, 78 años.
Interroga la Fiscalía:
Se desempeñaba en Villa Martelli en Abril del 76. Era administrativo. Permanecía en la dependencia, y sólo cumplía funciones afuera en servicios adicionales.
Después del golpe del 76, a los pocos días hubo una “especie de toma” de todas las comisarías por parte del ejército, y quedaron supeditados a sus órdenes. “Ellos nos indicaban lo que teníamos que hacer”; la actividad diaria no varió: “Yo era administrativo y estaba con los papeles.”
“Nos enteramos por los medios de difusión del problema que acaeció y creo que no nos reunieron ni nada, no tengo memoria de eso”.
A partir del golpe, se advirtió la presencia de militares en la Comisaría, unos 12 o 14 militares que venían con su vehículo, entraban a la oficina del jefe y ahí hababan todo. “Yo desconozco lo que hablaban”.

Usaban vehículos del Ejército, como los de la policía, con asientos de madera atrás. No estaban en forma permanente, venían a la tardecita, salían a la calle y volvían al día siguiente. La presencia era habitual, diaria, salvo a la noche. Si había algo que comunicar tenían un teléfono.

No sabe cuál era la actividad que desarrollaba este personal cuando se iba de la Cría., porque “yo no actuaba con ellos. Desconozco. La caratulación de ese grupo decía que era un “grupo de represión”, pero no sé de que manera reprimía.”
Supo que alguna vez utilizaron gente de la Cría., pero no tiene conocimiento de eso, no salía de su Oficina para nada.

No sabe de qué cuerpo eran los militares. Tampoco recordó si alguna vez éstos detuvieron a alguien. Describió la Cría.: la oficina donde trabajaba estaba al fondo de la planta baja. En el primer piso, había un casino de oficiales, al cual se llegaba por una escalera.

Del grupo de represión, bajaba el oficial y el resto del personal quedaba en el vehículo. Se quedaban alrededor de media hora o algo más. Los militares que entraban, iban a la oficina del comisario, en la Planta Baja. Había un teléfono en la guardia y otro en la oficina del jefe. En la parte de arriba no había servicio telefónico.

Conoció a Aneto, era oficial y cumplía funciones en la calle. A veces levantaba a un hombre de la Cría. y lo llevaba, pero no tenía personal destinado a ese trabajo. Estaba a toda hora. En ese entonces no tenía horario para trabajar. Podía ser que Aneto se haya desempeñado en una época como oficial de servicio, pero para la época del golpe, estaba como encargado de calle.

El 24/03/76 hubo una especie de toma de la Cría., y de eso tuvo conocimiento por los diarios y la radio. Los militares daban órdenes al jefe, y él no decía las órdenes que recibía.

Trabajaba como administrativo, pero no supo qué era lo que quedaba asentado en el libro de novedades, ni si las novedades de orden militar eran asentadas en los libros policiales, y no tiene información de que allí haya llegado alguna persona detenida por militares.

Gaspar Campos era un lugar donde los militares tenían una especie de Comando, pero no sabe quiénes estaban ahí, ni vio personal militar con detenidos que fueran a Gaspar Campos, ni lo habría detectado nunca pues “estaba trabajando en el fondo”, de 13 a 20 hs. “…lo único que recuerdo es que era un Tte. Coronel., yo no tenía trato con ellos…” Se vestían con ropa de fajina, y nunca los vio de civil ni en móviles que no fueran del ejército.

Interrogan las Querellas:
Trabajó en la Cría. durante veintiséis años, en el primer piso no había teléfono ni baños, había radio policial pero no común. Los militares no tenían lugar asignado. Se le hizo notar que su anterior declaración había dicho que el lugar era asignado por el comisario. Alegó no recordar.
El personal de calle no vestía uniforme y el tipo de vehículo que usaban dependía de la función que debían cumplir: “Si es servicio para acto público van con el vehículo de la repartición. Ahora si van a investigar algo más delicado o están buscando un autor andan con vehículos particulares, con sus propios vehículos. Tampoco la comisaría tenía vehículo particular asignado a esas tareas”.
Los militares, cuando iban de noche a la Cría., hablaban con el jefe y se iban, no se quedaban en la dependencia.

Preguntado acerca de si estuvo en la Cría. el 15/04/76 desde las 20 hs., dijo no poder recordarlo. La Querella intentó exhibirle el libro de guardia, pero la presidente del Tribunal volvió a hablar por el testigo, desalentando al abogado querellante: “No lo recuerda”, dijo. Sí recordó que los militares se quedaron un tiempo después del 24/04/76: “Se quedaron por un tiempo, no sé cuánto, hasta evacuar la subversión.”
Las visitas a los detenidos eran con horarios (no los recordó) y durante el día, y no le consta que hayan ingresado durante la noche. No vio sacar a detenidos de su calabozo para llevarlos a otro ámbito, ni subió al casino de oficiales.

La defensa le preguntó si había garage en la Cría.: “No, había una entrada de coches que después se clausuró.” Dijo también que no había camas. No hubo más preguntas.

DECLARACIÓN DE DAVID ARNOLDO DOLSCH

Policía en actividad, 63 años.
Interroga la Fiscalía:
En 1976 se desempeñaba en la Cría. de Villa Martelli como cabo de guardia, agente o bien “disponible”. No recuerda qué horario cumplía. Después del 24/03/76, hubo cambios: “Estábamos con trabajo más estricto, nos ponían a cumplir el servicio, a baldear, a tener todas las cosas limpias…” Los militares iban a la Cría. a preguntar en la guardia, a hablar con el comisario y luego se retiraban; llegaban en jeeps, camionetas, o camiones, no recordó cuántos eran.

No apoyó ni participó en ningún procedimiento que realizara el personal militar, y “tal vez sí, tal vez no”, haya participado en controles vehiculares. No se enteró de que a partir del golpe la policía estaba bajo el mando militar ni si el comisario recibía órdenes, ya que “se encerraban en el despacho”.

Aneto era oficial de servicio o tal vez jefe de turno; quedaba como jefe en la Cría.; “…podía estar 8, 16 o 24 horas, un fin de semana completo, eso lo manejaba el comisario”. No recordó si en algún momento se desempeñó como personal de calle. No sabe si tenía un apodo.

Describió la Cría., nombrando el primer piso, la escalera, el casino, el baño, el radio y dormitorio. A este sector tenían acceso los oficiales, no recuerda haber visto allí a militares.
Había dos teléfonos, en la guardia y en el despacho del comisario. No en el 1er. Piso. No sabe de qué cuerpo eran los militares, que estaban vestidos de fajina.

Interrogan las Querellas:
El persónala militar llegaba hasta la puerta, no entraba. Participó en operativos militares como apoyo, interceptando vehículos, manejando. Salían con los militares; “lo demás lo hacían ellos”. A los detenidos los llevaban a la Cría., cree que sin imputación, porque los largaban en la puerta. No sabe si los detenidos tenían ingreso normal, porque él ingresaba y no sabía nada más; tampoco sabe si se anotaban los ingresos en la Cría.

No recuerda cuáles eran los horarios de visita de los detenidos, ni si alguna vez se le hubiera permitido ingresar a un familiar a medianoche, o sacar a un detenido de los calabozos para pasar la noche en otro lugar de la Cría. Tampoco recuerda si el personal de calle cumplía sus funciones de civil.

Interroga la Fiscalía:
No sabe qué pasaba con los detenidos que llegaban a la Cría., “…cada uno volvía a su trabajo, no recuerdo si pasaba otra cosa”. Sabe que había detenidos por los militares pero “no tenían acceso; se los llevaban a la Cría. o los dejaban en libertad” – “¿Con qué motivo?” Preguntó el Dr. Zamorano. Intervino la presidente del Tribunal, Lucila Larrandart, alegando que “no entiende” la pregunta, y que la misma no tiene que ver con la causa. Otra de las intervenciones insólitas de la Sra. Nunca vio sacar a un detenido/a de los militares. No recuerda si en marzo o abril de 1976 el personal de calle cumplía funciones de civil, y no sabe ni recuerda qué pasaba con los que quedaban detenidos por los militares. Especificó que nunca había visto detenidos de esa condición. Había inspecciones que realizaban los jefes.

Interroga la defensa:
No recuerda que la Cría. haya sido visitada por jueces. Conoce el primer piso, y los pisos de los casinos eran de cerámica y de plástico (suboficiales y oficiales). La Cría. no tenía garage y conoce la Cría. de Munro aunque no recuerda cuántas plantas tenía.
Se da por terminada la audiencia y se ordena cuarto intermedio hasta el 18/05/09 a las 9,30 hs.


Prensa LADH- Filial San Martín.

viernes, 15 de mayo de 2009

LOS MISERABLES DE CAMPO DE MAYO

Por Pablo Llonto
Perdido a un costado de la ruta 8, el edificio de los tribunales de San Martín es el escenario del más silenciado de los juicios por delitos de lesa humanidad. Allí, el 27 de abril comenzó la “megacausa de Campo de Mayo” sin que la Gran Prensa le dedicara más que una mención liviana.
El asombro y el dolor, la humillación y la ofensa, se preguntan desde entonces, y todos los lunes, miércoles y viernes, ¿cómo fueron capaces? ¿Cómo tanta barbarie?
Por allí pasa hoy el caso de Floreal Avellaneda. El niño de catorce años a quien persiguieron con la crueldad de los SS.
Militante del Partido Comunista era Floreal. De la Fede. De la tierna y sacrificada militancia del periódico, el afiche, la pintada, el volante. De Brézhnev, de Fidel, de Lenín. De las contemplaciones a la historia argentina para entenderla, aunque el partido dijera lo suyo.
Se lo llevaron en abril de 1976. Al Negrito Floreal, a la mamá. Buscaban al obrero, al padre. Metalúrgico de Tensa. Iris, la madre, sobrevivió. El Negrito no.
Los hijos de Hitler, los déspotas, los sedientos de banderas rojas, ahora están sentados en el banquillo. Seis apellidos. Seis veteranos de aquello que pretenden llamar guerra y hasta la misma guerra los repudia.
El Campo de Mayo que en verdad fue Campo de Exterminio, exhibe a su oficial más cobarde negándose a declarar: el ex general Santiago Riveros, de 85 años. No sólo es la cara del olvido, también es la previsible muerte convertida en anciano.
Riveros, quien alguna vez se jactó de aquello que hizo diciéndole a un juez que nada más había que buscar, y que asumía “toda la responsabilidad”, sólo fue capaz, hace unos días, de invocar la Constitución para zafar de la indagatoria.
También está Fernando Exequiel Verplaetsen. El jefe de Inteligencia de Campo de Mayo. El patrón de los torturadores. El que amenazó con su bastón a los reporteros gráficos cuando el año pasado lo sacaron del anonimato que brinda un sobretodo, un gorro de invierno y la pinta del “pobre viejito” a quien custodia un Penitenciario.
Ya Riveros y Verplaetsen son apellidos que nada dicen. El dueño de Campo de Mayo, quizás el general más duro de quienes comandaron el genocidio, y el ex jefe de la policía de la provincia de Buenos Aires que celebraba los asesinatos de Cambiasso y Pereira Rossi en 1983, sentirán añoranzas de sus épocas de reportajes, notas, menciones repetidas en los periódicos.
Hoy nada son. Como nada es la prensa masiva, especializada en contarnos los andares de Tinelli, la depresión de los ricos en Palm Beach, distraernos con la gripe porcina, o contarnos que el acto de la CGT es sólo un inmenso caos de tránsito en la Capital.
No esperemos que Clarín, La Nación, Canal 9 y Crónica TV nos cuenten la biografía sangrienta de Riveros, de Verplaetsen, ni quién es el general García, los ex capitanes César Fragni, Raúl Harsich o el oficial de la bonaerense Alberto Aneto.
Nada de aquello les parece periodismo. Tampoco la historia de los Avellaneda. Ni el final del Negrito, ni su cuerpo flotando y acercándose a las costas uruguayas en 1976 para señalarle al mundo que en la Argentina occidental y cristiana también se asesinaban niños en nombre de Cristo.
Una vez más nos queda refugiarnos en Página 12, en Crítica, en alguna crónica de Canal 7 o en la prensa alternativa, el blog de noticias del juicio Campo de Mayo o el comentario boca a boca de quienes se acercan al desvencijado edificio, a un costado de la ruta 8.
Desinteresar al público, al pueblo, de todo lo que ocurrió en el mayor centro clandestino es la tarea de ellos.
Nos queda el boleto de tren, algún colectivo desde Chacarita; la sensibilidad de acercarnos, lunes, miércoles o viernes, a brindar la mínima compañía a los miles de caídos en Campo de Mayo.

Fuente: Revista Digital Zoom

jueves, 14 de mayo de 2009

INFORME AUDIENCIA DEL 13/05/09

En la audiencia testimonial de hoy, debían declarar cinco testigos, vecinos de los Avellaneda. De ellos, tres están fallecidos, una presentó certificado médico para justificar su ausencia, y sólo uno estuvo en condiciones de hacerse presente ante el Tribunal.

DECLARACIÓN DE FRANCISCO ILLUZI
El Sr. Illuzi, interrogado por la Fiscalía y las Querellas, dijo conocer a la familia Avellaneda desde el año 1947, que eran “excelentes vecinos” y que su domicilio está en la misma manzana.
Describió la irrupción de personas a su casa en la madrugada del 15/04/76: golpearon y tocaron timbre diciendo que eran policías, aunque no dijeron a qué dependencia policial pertenecían ni se identificaron. Eran seis o siete hombres de civil, armados, y revisaron toda la casa, en la que se hallaba toda la familia. No recuerda si le dijeron que “buscaban o se les habían escapado terroristas”. Según el testigo, ninguno de ellos era de la Comisaría de Munro.
Dijo además que fueron varios los domicilios requisados, y que se enteró al día siguiente de que se habían llevado a Iris y a Floreal E. Avellaneda.
Interrogado por la defensa, dijo no poder describir a ninguna de las personas que ingresaron a su domicilio.

Se incorporaron por lectura los testimonios de Pedro López, del Sr. Niemal y de Yago Barrera, testigos fallecidos.

AMPLIACIÓN DE DECLARACIÓN DE IRIS PEREYRA DE AVELLANEDA
A pedido de la Fiscalía, fue llamada nuevamente al estrado, para examinar unos documentos de la causa. Se trataba de las fotocopias en las que figuran las firmas de Harsich, Fragni, Ontiveros, ya fallecido, y otros más.
La defensora Berasain le hizo varias preguntas que ya habían sido contestadas por la testigo en la audiencia anterior; el rechazo cerrado de la Fiscalía y las Querellas a la re victimización de la testigo, hizo que el Tribunal hiciera lugar a la protesta, no sin antes ordenar un cuarto intermedio para revisar las actas y resolver su posición.
Fueron varias las discusiones entre la Fiscalía y las Querellas, el Tribunal y la defensa, acerca de la impertinencia o pertinencia de algunas preguntas, y varios los cuartos intermedios para resolver posiciones.
Al reiterar preguntas impertinentes, la defensora Berasain acotó que en la audiencia del lunes 11/05/09 “fui insultada desde el fondo de la sala y no escuché la respuesta. No quise acosar a la testigo.” No hubo más preguntas, e Iris bajó del estrado.

Se incorporó por lectura el testimonio de Alba López, prima hermana de Floreal (hijo), por razones de salud.

Luego de un cuarto intermedio, la defensa oficial quiso hacer un planteo acerca de un pedido de informe médico de Fernando Verplaetsen. Solicitó se hiciera un nuevo informe psiquiátrico y psicológico, de profesionales de su confianza, ya que les resulta poco claro e insuficiente el anterior. Alegaron que su estado empeoró con el encierro (desde abril) y por la renuncia de su defensa anterior, tres días antes de iniciarse el juicio.
La Fiscalía y las Querellas no se opusieron, siempre que este nuevo informe se realice con participación del profesional responsable del anterior, y que no implique la supresión de la audiencia.
Por su parte, los Querellantes aceptaron siempre que se incluyan peritos de parte; la defensa oficial no se opuso a ninguna de los dos pedidos.

TESTIMONIO DE BEATRIZ AGUIRRE
Como prueba de que no se pueden juzgar crímenes de lesa humanidad con el mismo código de procedimiento con el que se juzga un delito común, una testigo de más de ochenta años en precario estado de salud, la Sra. Beatriz Aguirre, fue llevada al estrado por la fuerza pública, por un hecho ocurrido hace treinta y tres años..
Comenzó su testimonio deciendo: “…tomo muchos medicamentos, no estoy en condiciones.” A pesar de todo, la testigo pudo responder a la mayoría de las preguntas formuladas por la Fiscalía y las Querellas, formuladas con cuidado y claridad.
Recordó que en la madrugada del 15/04/76, irrumpieron en su domicilio “unos cuatro hombres” armados diciendo que eran policías, que no le dijeron por qué entraron y revisaron la casa, que vive a la vuelta de la casa que habitaba entonces Floreal Avellaneda. No recordó cómo estaban vestidos pero sí que había varios automóviles y gente en la calle.
Dijo saber que se habían “llevado al chico y a la mamá, no sé donde”. Que había visto luego a Iris, y que se enteró de que Floreal (hijo) estaba desaparecido.
Cuando la defensora Berasain le preguntó si esos hombres le habían dicho de qué comisaría eran, dijo no recordar.
La Sra. Aguirre, llevada por la fuerza pública, terminó su declaración con estas palabras: “Pido disculpas, perdí a mi esposo hace muy poco, estoy muy mal”.
El pedido de disculpas habría que habérselo hecho a ella.

En la próxima audiencia del viernes 15/05/09, comenzarán las declaraciones de testigos ofrecidos por la defensa de los imputados.

INFORME AUDIENCIA DEL 11/05/09

A las 9,30 hs. del 11 de mayo de 2009, comenzaron las declaraciones testimoniales de la familia de Floreal Negrito Avellaneda.

DECLARACIÓN DE IRIS PEREYRA DE AVELLANEDA
En primer lugar, declaró Iris Pereyra de Avellaneda. Al tomarle juramento, juró decir la verdad ‘por los treinta mil desaparecidos’, frase que provocó aplausos del público y la primera de varias amenazas de la presidente del Tribunal de desalojar la sala.
La Fiscalía comenzó el interrogatorio, pidiéndole que narre los acontecimientos ocurridos en la madrugada del 14 de mayo de 1976, momento del secuestro de Iris y Floreal (hijo); Iris describió los hechos con claridad y serenidad, haciendo hincapié en que el hombre que entró en su casa a cara descubierta y a quien llamaban ‘Rolo’, era quien dirigía el operativo y el mismo que la torturó en la Cria. De Villa Martelli y en Campo de Mayo, donde éste le hizo simulacro de fusilamiento.
Describió las torturas a que fue sometida en la Cría, con la radio a todo volumen para disimular los gritos. Desde el baño en el que la ataron luego de la primera sesión de tormentos, escuchó que alguien atendió el teléfono diciendo “Cría. De Villa Martelli, buenas noches”, por lo que supo dónde estaba. Escuchó los gritos de su hijo cuando era torturado, y para que no gritara a su vez, la amordazaron. Luego le trajeron al Negrito, que le pidió: “Mami, decí que papá se escapó”. Esa fue la última vez que escuchó la voz de su hijo.
Toda esta secuencia tuvo un intenso tono emocional que conmovió profundamente a los presentes.
Trasladada a Campo de Mayo, fue torturada nuevamente. Fueron quince días de hambre, sed, tormentos e incertidumbre acerca del destino de su hijo. Sólo en una oportunidad alguien le alcanzó una manzana recomendándole “que no dejara rastros”. Supo que estaba en Campo de Mayo porque en el baño había una puerta baja y espió el exterior, viendo los chalets, los caniles y los perros; luego se enteró que ese lugar era el denominado “El Campito”.
En los últimos días de su detención en Campo de Mayo, “Rolo” le hizo un simulacro de fusilamiento. Le dijo que pidiera tres deseos; sólo preguntó por su hijo, a lo que éste respondió: “No preguntes más porque ya lo reventamos”. Entonces sólo quiso que la mataran, “¿Para qué seguir viviendo?” Este fue otro de los momentos más conmovedores de su declaración.
Le gatilló dos veces, y el mismo torturador la empujó hacia otro, diciendo:”Tomá, con los comunistas no se puede.” Iris se afilió al P.C. muy joven, y siguió militando en él hasta el presente.
Al llegar a Olmos, una médica le quitó la capucha por primera vez en quince días. Su estado era lastimoso: sucia, enferma y herida a tal punto, que las detenidas que la recibieron la confundieron con una “vieja”, teniendo tan sólo treinta y ocho años. Preguntada acerca de si sabía de qué la acusaban, dijo que de “comunista montonera”.
No pudo reprimir el llanto cuando contó que recién cuando salió de Devoto (cárcel a la que fue trasladada luego) supo que su hijo Floreal había sido asesinado, y que luego, al tener a su tercer hijo, Marcos, no habia podido amamantarlo de un pecho porque tenía la glándula mamaria quemada por la picana.
Pidió justicia, y dijo que “si me dan las fuerzas voy a seguir por el esclarecimiento de lo de mi hijo”. Volvió a pedir justicia, “porque no pueden estar entre nosotros”.
El 11 de marzo último, Iris fue a la Cría. De V. Martelli a hacer un reconocimiento del lugar, y allí se encontró con Aneto, a quien reconoció.En momentos de la declaración, las preguntas del Tribunal parecieron destinadas a extraviar a Iris en la maraña de sus declaraciones anteriores, no obstante lo cual la suya fue una declaración clara e inteligible a pesar de los terribles recuerdos que tuvieron que aflorar.
Al ser preguntada si había en la familia una situación de alerta, contetó que “sí, éramos del PC y el golpe fue el 24 de marzo de 1976”.
“¿Cómo sabe que ‘Rolo’ fue quien la torturó?” Preguntó la defensora Berasain. “Por la voz y el estado de nervios”. La defensora acotó que al estar encapuchada, no podría saber tanto, a lo que Iris respondió: “Usted no se imagina lo que se puede percibir estando encapuchada”.
Berasain le preguntó “¿Con qué asiduidad y en qué horarios “Rolo” la torturaba?”, lo que desató tal indignación del público presente que la presidente del Tribunal volvió a amenazar con desalojar la sala. La defensa también estimó importante pedir un informe al Renar por la escopeta de caza robada hace treinta y tres años en el domicilio de los Avellaneda.
“¿Sabe por qué se llevaron a su hijo?” Preguntó el defensor oficial. “NO lo sé”. Fue la respuesta de la madre.
Durante su declaración, fue necesario un cuarto intermedio, ya que Iris estaba agotada y las preguntas del Tribunal y la defensa habían sido especialmente maliciosas. Por este motivo, la querella se plantea elevar un escrito de protesta por la revictimización a la que fue sometida Iris Avellaneda. En varias oportunidades la protesta surgió del público, y Adriana Calvo, miembro de la Asociación de Ex Detenidos-Desaparecidos, se retiró indignada de la sala.
Al terminar su declaración, Iris bajó del estrado con un cerrado aplauso de los presentas.

DECLARACIÓN DE FLOREAL AVELLANEDA
A continuación, subió al estrado Floreal Avellaneda (padre). Juró decir la verdad “por aquellos luchadores que han entregado la vida por una sociedad justa”, arrancando aplausos del público.
Ante el pedido de que transmita al Tribunal todo lo que recordaba de la madrugada del 15/4/76, hizo una prolija secuencia de todo lo acontecido desde su posición de perseguido por las fuerzas represivas.Detalló con claridad las circunstancias de su escape por los techos hasta llegar a la casa de un amigo, a tres manzanas, donde se quedó hasta las seis de la mañana. Contó que el Negrito le alcanzó los zapatos por la ventana y que quiso llevarlo consigo, pero en ese momento una persona trepada a los caños que había en la calle, comenzó a dispararle, por lo que ordenó a su hijo que se tirara cuerpo a tierra dentro de la casa.Preguntado acerca de su actividad en el momento del secuestro de su esposa e hijo, dijo que tenía actividad sindical y estaba afiliado al PC desde los trece años (1943); que sus padres también eran luchadores, e hizo un racconto de su vida laboral.
Su hijo Floreal se afilió a la FJC en el año 1973, justo cuarenta años después de su propia afiliación. En la FJC, el adolescente desarrollaba tareas de propaganda.
La defensa preguntó: “¿Puede relacionar el ataque con su actividad?” Avellaneda contestó que sí, que sabía que habían ido a buscar a otros trabajadores de Tensa.
En cuanto al hallazgo del cuerpo de su hijo, narró que estando en la clandestinidad compró el diario Crónica y se enteró de la aparición de cadáveres en la costa uruguaya. El artículo decía que uno de ellos tenía un tatuaje en el brazo con dos letras, “FA”, y que lo habían encontrado el 14/5/76, el día en que hubiera cumplido “dieciséis añitos”. En este momento Floreal (padre) se quebró y provocó la emoción del público presente, como había sucedido ya en varios tramos de la declaración de su esposa Iris.
Siguió con su narración, aclarando que, según sus compañeros, el cadáver hallado correspondía a una persona mayor, hasta que Julio Viaggio, abogado de la LADH, pidió los informes dactiloscópicos y las fotografías del cuerpo. Fue allí cuando supo que lo habían asesinado por empalamiento, “tenía la región perianal destrozada”.
Terminó su declaración diciendo que “hubo una metodología para imponer el sistema neoliberal en el país. Yo creía que mi hijo era uno de los más jóvenes de las víctimas. Pero fui al Monumento de la Memoria, en la costanera, y había 18.000 nombres, entre los que había chicos de 13, 14 y 15 años. ” Recalcó que la muerte de su hijo y los tormentos sufridos por Iris no fueron un drama familiar, sino un plan genocida para neutralizar a una generación de luchadores.
Su discurso fue aplaudido por el público, y no hubo preguntas del Tribunal, de la Fiscalía ni de la defensa. No había nada que preguntar.

DECLARACIÓN DE AZUCENA AVELLANEDA DE LOPEZ
La hermana mayor de Floreal, que vivía en el fondo de la casa familiar, dijo haber visto los destellos azulinos de los disparos, antes de que los desconocidos ingresaran al domicilio, previo tiroteo de la puerta de adelante, donde vivía su hermana Arsinoe con su hijo.
Dijo haber visto cara a cara aun represor que la acompañó al dormitorio para calzar a su pequeña hija adoptiva, que estaba descalza: “era rubio, delgadito, más bien bajo, con rulos… podía ser una peluca.” A este sujeto volvió a verlo en la Cría. de Villa Martelli, quien al reconocerla, se ocultó rápidamente.
Al ser interrogada con respecto a las investigaciones que llevaran a cabo las hermanas Avellaneda luego del secuestro de Iris y Floreal (hijo), dijo no saber mucho porque fue Arsinoe quien asumió la responsabilidad de las mismas. Relató, en coincidencia con los demás testimonios, el ingreso de los represores a la casa, la división de los grupos en las tres viviendas, y la cantidad aproximada de personas que formaron parte del operativo.
Declaró que al ser revisados los documentos de la familia, su esposo, Pedro López, exhibió su carnet de Energía Atómica, su lugar de trabajo, y que eso fue lo que determinó que no llevaran a ningún miembro de su familia.
Al ser preguntada acerca de quién asesoró legalmente a su hermana, dijo suponer que fue Julio Viaggio, abogado de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre. Que se enteró por el diario del hallazgo del cadáver de su sobrino Floreal (hijo) y que supo del destino de Iris cuando ya estaba en Olmos.

DECLARACIÓN DE ARSINOE AVELLANEDA
Juró decir la verdad “por mi dignidad”.
El relato de Arsinoe fue claro, conciso y sereno. Expuso todos los detalles de la irrupción de los represores en la casa familiar, los pasos dados de inmediato (desde la mañana siguiente) para saber el paradero de su cuñada y sobrino, en “peregrinación” por diferentes instituciones, comisarías y el mismo Campo de Mayo, con el riesgo que tales averiguaciones implicaban.
Dijo haber reconocido en reiteradas oportunidades a Alberto “Rolo” Aneto, y a otro de los represores responsables del secuestro de sus familiares. A este último volvió a verlo en Campo de Mayo.
Describió a Aneto y al otro represor con todo detalle; no obstante fue interrogada reiteradamente sobre lo mismo por la defensa. Ante la protesta de Arsinoe, que se dirigió al Tribunal diciendo: “Yo respeto a la Justicia, y espero que la Justicia me respete”, la presidente del Tribunal no hizo lugar a su reclamo y obligó a la testigo a responder. Esto motivó la indignación del público y una nueva amenaza de desalojo por parte de la presidente, Lucila Larrandart.
Uno de los momentos más emotivos de su declaración, en el que Arsinoe no pudo evitar las lágrimas, fue el que describió su reencuentro con Iris en Olmos: “yo la había adoptado como a mi hermanita, le llevo once años, y ver a esa mujer tan cambiada y sufrida que me preguntaba por su hijo…” La testigo se había enterado ya del asesinato de su sobrino y tuvo que mentirle a Iris.
Dijo haber recibido mucha ayuda del abogado de la LADH Julio Viaggio, de quien su hermana Azucena había hecho referencia en su declaración.
En algunos tramos de la exposición de Arsinoe, ésta fue interrumpida por espontáneos aplausos del público, provocando repetidas llamadas de atención de la presidente. Una mujer le respondió en voz alta: “Aplaudimos el heroísmo”.
“Soy una bisabuela de ochenta y un años, ¿Dónde querría estar? En mi casa, tranquila… Por algo estoy acá”, dijo antes de bajar del estrado entre aplausos de los presentes.

DECLARACIÓN DE ETHEL ESTELA AVELLANEDA
Describió los hechos que recordaba con claridad, señalando que tenía entonces apenas trece años y estaba muy asustada.
Contó que a su hermano lo devolvieron a la habitación y en ese momento él la abrazó y le dijo “Quedáte tranquila, sólo falta que suelten a mamá”. En este tramo se quebró, y entre lágrimas describió cómo se lo llevaron a empujones.
Al ser preguntada por qué esta es la primera vez que declara, dijo que después de mucho tiempo había comenzado a recordar, y que antes había tenido mucho miedo.
Al terminar su declaración, pidió agregar unas palabras: “Creo que me quebraron la vida; es un antes y después de aquello. Me quitaron la posibilidad de estar con mis padres, me quitaron a mi único hermano, y quiero pedir justicia para mi madre, mi hermano y los treinta mil desaparecidos”, dijo llorando. Y bajó del estrado aplaudida por un público emocionado.

Mientras tanto, las y los compañeras/os del MTL, FJC, CTA y otras organizaciones, hacían el aguante en la calle, con bombos, cantos, banderas y pancartas. Cuando Iris bajó, agradeció a los presentes y dijo que "escuchar los bombos desde la sala le había dado ánimos y fuerza para declarar". También hablaron Patricio Echegaray (Secretario Gral. del PC), José Schulman (Secretario Nacional de la LADH) y Jorge Brioso (abogado querellante por la flía. Avellaneda).La audiencia fue larga y conmovedora, pero todos salimos fortalecidos.

LADH - Filial San Martín
Prensa
A las 9,30 hs. del 11 de mayo de 2009, comenzaron las declaraciones testimoniales de la familia de Floreal Negrito Avellaneda.DECLARACIÓN DE IRIS PEREYRA DE AVELLANEDAEn primer lugar, declaró Iris Pereyra de Avellaneda. Al tomarle juramento, juró decir la verdad ‘por los treinta mil desaparecidos’, frase que provocó aplausos del público y la primera de varias amenazas de la presidente del Tribunal de desalojar la sala.La Fiscalía comenzó el interrogatorio, pidiéndole que narre los acontecimientos ocurridos en la madrugada del 14 de mayo de 1976, momento del secuestro de Iris y Floreal (hijo); Iris describió los hechos con claridad y serenidad, haciendo hincapié en que el hombre que entró en su casa a cara descubierta y a quien llamaban ‘Rolo’, era quien dirigía el operativo y el mismo que la torturó en la Cria. De Villa Martelli y en Campo de Mayo, donde éste le hizo simulacro de fusilamiento.Describió las torturas a que fue sometida en la Cría, con la radio a todo volumen para disimular los gritos. Desde el baño en el que la ataron luego de la primera sesión de tormentos, escuchó que alguien atendió el teléfono diciendo “Cría. De Villa Martelli, buenas noches”, por lo que supo dónde estaba. Escuchó los gritos de su hijo cuando era torturado, y para que no gritara a su vez, la amordazaron. Luego le trajeron al Negrito, que le pidió: “Mami, decí que papá se escapó”. Esa fue la última vez que escuchó la voz de su hijo.Toda esta secuencia tuvo un intenso tono emocional que conmovió profundamente a los presentes.Trasladada a Campo de Mayo, fue torturada nuevamente. Fueron quince días de hambre, sed, tormentos e incertidumbre acerca del destino de su hijo. Sólo en una oportunidad alguien le alcanzó una manzana recomendándole “que no dejara rastros”. Supo que estaba en Campo de Mayo porque en el baño había una puerta baja y espió el exterior, viendo los chalets, los caniles y los perros; luego se enteró que ese lugar era el denominado “El Campito”.En los últimos días de su detención en Campo de Mayo, “Rolo” le hizo un simulacro de fusilamiento. Le dijo que pidiera tres deseos; sólo preguntó por su hijo, a lo que éste respondió: “No preguntes más porque ya lo reventamos”. Entonces sólo quiso que la mataran, “¿Para qué seguir viviendo?” Este fue otro de los momentos más conmovedores de su declaración.Le gatilló dos veces, y el mismo torturador la empujó hacia otro, diciendo:”Tomá, con los comunistas no se puede.” Iris se afilió al P.C. muy joven, y siguió militando en él hasta el presente.Al llegar a Olmos, una médica le quitó la capucha por primera vez en quince días. Su estado era lastimoso, sucia, enferma y herida a tal punto, que las detenidas que la recibieron la confundieron con una “vieja”, teniendo tan sólo treinta y ocho años. Preguntada acerca de si sabía de qué la acusaban, dijo que de “comunista montonera”.No pudo reprimir el llanto cuando contó que recién cuando salió de Devoto (cárcel a la que fue trasladada luego) supo que su hijo Floreal había sido asesinado, y dijo que luego, al tener a su tercer hijo, Marcos, no habia podido amamantarlo de un pecho porque tenía la glándula mamaria quemada por la picana.Pidió justicia, y dijo que “si me dan las fuerzas voy a seguir por el esclarecimiento de lo de mi hijo”. Volvió a pedir justicia, “porque no pueden estar entre nosotros”.El 11 de marzo último, Iris fue a la Cría. De V. Martelli a hacer un reconocimiento del lugar, y allí se encontró con Aneto, a quien reconoció.En momentos de la declaración, las preguntas del Tribunal parecieron destinadas a extraviar a Iris en la maraña de sus declaraciones anteriores, no obstante lo cual la suya fue una declaración clara e inteligible a pesar de los terribles recuerdos que tuvieron que aflorar.Al ser preguntada si había en la familia una situación de alerta, contetó que “sí, éramos del PC y el golpe fue el 24 de marzo de 1976”.“¿Cómo sabe que ‘Rolo’ fue quien la torturó?” Preguntó la defensora Berasain. “Por la voz y el estado de nervios”. La defensa acotó que al estar encapuchada, no podría saber tanto, a lo que Iris respondió: “Usted no se imagina lo que se puede percibir estando encapuchada”.Berasain, le preguntó “¿Con qué asiduidad y en qué horarios “Rolo” la torturaba?”, lo que desató tal indignación del público presente que la presidente del Tribunal volvió a amenazar con desalojar la sala. La defensa también estimó importante pedir un informe al Renar por la escopeta de caza robada hace treinta y tres años en el domicilio de los Avellaneda.“¿Sabe por qué se llevaron a su hijo?” Preguntó el defensor oficial. “NO lo sé”. Fue la respuesta de la madre.Durante su declaración, fue necesario un cuarto intermedio, ya que Iris estaba agotada y las preguntas del Tribunal y la defensa habían sido especialmente maliciosas. Por este motivo, la querella se plantea elevar un escrito de protesta por la revictimización a la que fue sometida Iris Avellaneda. En varias oportunidades la protesta surgió del público, y Adriana Calvo, miembro de la Asociación de Ex Detenidos-Desaparecidos, se retiró indignada de la sala.Al terminar su declaración, Iris bajó del estrado con un cerrado aplauso de los presentas.DECLARACIÓN DE FLOREAL AVELLANEDAA continuación, subió al estrado Floreal Avellaneda (padre). Juró decir la verdad “por aquellos luchadores que han entregado la vida por una sociedad justa”, arrancando aplausos del público.Ante el pedido de que transmita al Tribunal todo lo que recordaba de la madrugada del 15/4/76, hizo una prolija secuencia de todo lo acontecido desde su posición de perseguido por las fuerzas represivas.Detalló con claridad las circunstancias de su escape por los techos hasta llegar a la casa de un amigo, a tres manzanas, donde se quedó hasta las seis de la mañana. Contó que el Negrito le alcanzó los zapatos por la ventana y que quiso llevarlo consigo, pero en ese momento una persona trepada a los caños que había en la calle, comenzó a dispararle, por lo que ordenó a su hijo que se tirara cuerpo a tierra dentro de la casa.Preguntado acerca de su actividad en el momento del secuestro de su esposa e hijo, dijo que tenía actividad sindical y estaba afiliado al PC desde los trece años (1943); que sus padres también eran luchadores, e hizo un racconto de su vida laboral.Su hijo Floreal se afilió a la FJC en el año 1973, justo cuarenta años después de su propia afiliación. En la FJC, el adolescente desarrollaba tareas de propaganda.La defensa preguntó: “¿Puede relacionar el ataque con su actividad?” Avellaneda contestó que sí, que sabía que habían ido a buscar a otros trabajadores de Tensa.En cuanto al hallazgo del cuerpo de su hijo, narró que estando en la clandestinidad compró el diario Crónica y se enteró de la aparición de cadáveres en la costa uruguaya. El artículo decía que uno de ellos tenía un tatuaje en el brazo con dos letras, “FA”, y que lo habían encontrado el 14/5/76, el día en que hubiera cumplido “dieciséis añitos”. En este momento Floreal (padre) se quebró y provocó la emoción del público presente, como había sucedido ya en varios tramos de la declaración de su esposa Iris.Siguió con su narración, aclarando que, según sus compañeros, el cadáver hallado correspondía a una persona mayor, hasta que Julio Viaggio, abogado de la LADH, pidió los informes dactiloscópicos y las fotografías del cuerpo. Fue allí cuando supo que lo habían asesinado por empalamiento, “tenía la región perianal destrozada”.Terminó su declaración diciendo que “hubo una metodología para imponer el sistema neoliberal en el país. Yo creía que mi hijo era uno de los más jóvenes de las víctimas. Pero fui al Monumento de la Memoria, en la costanera, y había 18.000 nombres, entre los que había chicos de 13, 14 y 15 años. ” Recalcó que la muerte de su hijo y los tormentos sufridos por Iris no fueron un drama familiar, sino un plan genocida para neutralizar a una generación de luchadores.Su discurso fue aplaudido por el público, y no hubo preguntas del Tribunal, de la Fiscalía ni de la defensa. No había nada que preguntar.DECLARACIÓN DE AZUCENA AVELLANEDA DE LOPEZLa hermana mayor de Floreal, que vivía en el fondo de la casa familiar, dijo haber visto los destellos azulinos de los disparos, antes de que los desconocidos ingresaran al domicilio, previo tiroteo de la puerta de adelante, donde vivía su hermana Arsinoe con su hijo.Dijo haber visto cara a cara aun represor que la acompañó al dormitorio para calzar a su pequeña hija adoptiva, que estaba descalza: “era rubio, delgadito, más bien bajo, con rulos… podía ser una peluca.” A este sujeto volvió a verlo en la Cría. de Villa Martelli, quien al reconocerla, se ocultó rápidamente.Al ser interrogada con respecto a las investigaciones que llevaran a cabo las hermanas Avellaneda luego del secuestro de Iris y Floreal (hijo), dijo no saber mucho porque fue Arsinoe quien asumió la responsabilidad de las mismas. Relató, en coincidencia con los demás testimonios, el ingreso de los represores a la casa, la división de los grupos en las tres viviendas, y la cantidad aproximada de personas que formaron parte del operativo.Declaró que al ser revisados los documentos de la familia, su esposo, Pedro López, exhibió su carnet de Energía Atómica, su lugar de trabajo, y que eso fue lo que determinó que no llevaran a ningún miembro de su familia.Al ser preguntada acerca de quién asesoró legalmente a su hermana, dijo suponer que fue Julio Viaggio, abogado de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre. Que se enteró por el diario del hallazgo del cadáver de su sobrino Floreal (hijo) y que supo del destino de Iris cuando ya estaba en Olmos.DECLARACIÓN DE ARSINOE AVELLANEDAJuró decir la verdad “por mi dignidad”.El relato de Arsinoe fue claro, conciso y sereno. Expuso todos los detalles de la irrupción de los represores en la casa familiar, los pasos dados de inmediato (desde la mañana siguiente) para saber el paradero de su cuñada y sobrino, en “peregrinación” por diferentes instituciones, comisarías y el mismo Campo de Mayo, con el riesgo que tales averiguaciones implicaban.Dijo haber reconocido en reiteradas oportunidades a Alberto “Rolo” Aneto, y a otro de los represores responsables del secuestro de sus familiares. A este último volvió a verlo en Campo de Mayo.Describió a Aneto y al otro represor con todo detalle; no obstante fue interrogada reiteradamente sobre lo mismo por la defensa. Ante la protesta de Arsinoe, que se dirigió al Tribunal diciendo: “Yo respeto a la Justicia, y espero que la Justicia me respete”, la presidente del Tribunal no hizo lugar a su reclamo y obligó a la testigo a responder. Esto motivó la indignación del público y una nueva amenaza de desalojo por parte de la presidente, Lucila Larrandart.Uno de los momentos más emotivos de su declaración, en el que Arsinoe no pudo evitar las lágrimas, fue el que describió su reencuentro con Iris en Olmos; “yo la había adoptado como a mi hermanita, le llevo once años, y ver a esa mujer tan cambiada y sufrida que me preguntaba por su hijo…” La testigo se había enterado ya del asesinato de su sobrino y tuvo que mentirle a Iris.Dijo haber recibido mucha ayuda del abogado de la LADH Julio Viaggio, de quien su hermana Azucena había hecho referencia en su declaración.En algunos tramos de la exposición de Arsinoe, ésta fue interrumpida por espontáneos aplausos del público, provocando repetidas llamadas de atención de la presidente. Una mujer le respondió en voz alta: “Aplaudimos el heroísmo”.“Soy una bisabuela de ochenta y un años, ¿Dónde querría estar? En mi casa, tranquila… Por algo estoy acá”, dijo antes de bajar del estrado entre aplausos de los presentes.DECLARACIÓN DE ETHEL ESTELA VELLANEDADescribió los hechos que recordaba con claridad, señalando que tenía entonces apenas trece años y estaba muy asustada.Contó que a su hermano lo devolvieron a la habitación y en ese momento él la abrazó y le dijo “Quedáte tranquila, sólo falta que suelten a mamá”. En este tramo se quebró, y entre lágrimas describió cómo se lo llevaron a empujones.Al ser preguntada por qué esta es la primera vez que declara, dijo que después de mucho tiempo había comenzado a recordar, y que antes había tenido mucho miedo.Al terminar su declaración, pidió agregar unas palabras: “Creo que me quebraron la vida; es un antes y después de aquello. Me quitaron la posibilidad de estar con mis padres, me quitaron a mi único hermano, y quiero pedir justicia para mi madre, mi hermano y los treinta mil desaparecidos”, dijo llorando. Y bajó del estrado aplaudida por un público emocionado.Mientras tanto, las y los compañeras/os del MTL, FJC, CTA y otras organizaciones, hacían el aguante en la calle, con bombos, cantos, banderas y pancartas. Cuando Iris bajó, agradeció a los presentes y dijo que "escuchar los bombos desde la sala le había dado ánimos y fuerza para declarar". También hablaron Patricio Echegaray (Secretario Gral. del PC), José Schulman (Secretario Nacional de la LADH) y Jorge Brioso (abogado querellante por la flía. Avellaneda).La audiencia fue larga y conmovedora, pero todos salimos fortalecidos.LADH - Prensa